Reflexiones bíblicas semanales. Junio 2014

junio 4, 2014

Red Ecuménica Bíblica Dominicana (REBIDOM)

C/ 3 No. 9. El Milloncito, Sabana Perdida. Santo Domingo Norte. Rep. Dominicana

Tel/fax. 809-568-8560. E-mail: rebido@gmail.com, rebido07@yahoo.es

http://www.redbiblicadominicana.wordpress.com

Reflexiones bíblicas semanales. Junio 2011

 

USTEDES SERAN MIS TESTIGAS Y TESTIGOS AAJ (2-7/6/2014)

 

Introducción: Después de la resurrección de Jesús hubo dos señales que para la comunidad de sus discípulos y discípulas eran señales de que él realmente estaba vivo. Una era la realidad de la tumba vacía y la otra era las aparicio­nes del Jesús Resucitado a sus discípulos. De hecho Jesús se estu­vo aparecien­do hasta el día en que definitivamente subió a los cielos. A este aconteci­m­iento le llamamos la Ascensión de Jesús. Es esta realidad la que estaremos recordando en esta semana.

       

Primera Lectura: Hechos 1,1-11. Recibirán la fuerza del Espí­ritu para ser mis testigos y testigas

 

Introducción P.L.: Lucas, autor de un evangelio y de los Hechos de los Apósto­les, nos informa que en su primer libro (el evangelio según Lucas) ha escrito todo lo relacionado con Jesús hasta el día de la Ascensión. En su segundo libro -los Hechos de los Apóstoles- nos narra los acontecimientos que sucedieron en la primitiva comunidad cristiana hasta el día en que Pablo llega a Roma. Jesús desaparece físicamente, pero promete el Espíritu y manda a sus discípu­los y discípulas a ser sus testigos y testigas. Ha comenzado el tiempo del trabajo y de la misión evangeliza­dora orientada a colaborar con el proyecto de la vida digna.

 

Texto: El primer libro lo escribí, Teófilo, sobre todo lo que Jesús hizo y en­señó desde un principio hasta el día en que, después de haber dado instruccio­nes por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había elegido, fue lleva­do al cielo.

            A estos mismos, después de su pasión, se les presentó dándoles mu­chas pruebas de que vivía, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándo­les acerca de lo referente al Reino de Dios.

            Mientras estaba comiendo con ellos, les mandó que no se ausentasen de Jerusalén, sino que aguardasen la Promesa del Pa­dre, «que oyeron de mí: Que Juan bautizó con agua, pero uste­des serán bautizados en el Espíritu Santo den­tro de pocos días.»

            Los que estaban reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?» El les contestó: «A ustedes no les toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autori­dad, sino que recibirán la fuerza del Es­píritu Santo, que vendrá sobre uste­des, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra.» Y dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos. Es­tando ellos mirando fijamente al cielo mien­tras se iba, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco que les dije­ron: «Galileos, ¿qué hacen ahí mirando al cielo? Este que les ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le han visto subir al cielo.»

 

Salmo de hoy: Asumamos nuestro compromiso con la comunidad, con la vida digna

 

  • Se fue Jesús dejando como encargo, cambiar el mundo en todos sus cimientos.
  • Es el tiempo de la construcción de una nueva sociedad, fundamentada en los valores propuestos y vividos por Jesús.
  • Asumir el compromiso significa ser responsables con la misión comunitaria e histórica que se nos ha encomendado.

 

 

Lect. Evangélica: Mateo 28,16-20. Vayan y hagan discípulos y discípulas.

 

Introducción L. Ev.:Jesús al irse nos promete su presencia permanente por medio de su Espí­ritu y deja una misión concreta a sus discípulos: llevar el Evangelio hasta los confines del mundo. El nos propone también un método para la misión evan­gelizadora: ir a la misión, hacer discípulos, bautizarlos, y enseñarles a gua­rdar la Palabra de Jesús.

 

Texto: Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Je­sús les había indicado. Y al verle le adora­ron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bau­tizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu San­to, y enseñán­doles a guardar todo lo que yo les he manda­do. Y he aquí que yo estoy con us­tedes todos los días hasta el fin del mundo.»

 

       DIÁLOGO COMUNITARIO, GRUPAL O FAMILIAR

 

1.- ¿Por qué debemos priorizar el proyecto de vida digna anunciado y vivido por Jesús?

2.- ¿Cómo integrar más personas a la construcción del Proyecto de Vida Digna?

 

 

1.- Priorizar el anuncio en el proyecto de la vida digna anunciado y vivido por Jesús

            Lucas es sin duda uno de los grandes escritores del Nuevo Testamento que se preocupó por escribir un relato sobre todo lo que Jesús hizo y enseñó. En la lectura que hemos escuchado de los Hechos de los Apóstoles él nos dice que en su primer libro escribió sobre todo lo que Jesús hizo y enseñó hasta el día en que fue llevado al cielo.

                Para Lucas el Proyecto del Reino de Dios no es sólo cosas de palabras. Se trata de hechos y de palabras; pero los hechos deben estar antes que las palabras. Aun más: se anuncia más por los hechos, por las actuaciones, que por las pala­bras.

                Nuestras comunidades cristianas tienen el desafío de anunciar a Jesús y de acompañar dicho mensaje con acciones concretas en favor de la gente. Je­sús sanaba a los enfermos, liberaba a los pecadores, sanada a los ciegos, se acercaba a los(as) marginados(as), multiplicaba el pan… A nosotros(as) nos toca realizar acciones parecidas a las de Jesús, porque como dice un refrán: «una acción buena vale más que miles de palabras.»

                Jesús anunció vivió un proyecto de vida y de salva­ción. Pero él estaba consciente de que no iba a estar siempre en medio de su pueblo y que era necesario que el Proyecto de Vida Digna se siguiera desarrollando aun después de su muerte. Por eso constituye un grupo de personas entre aqué­llos y aquellas que compartían su misión para que fueran los principales responsables de anun­ciar el Evangelio y de vivir de acuerdo a su Palabra cuando él ya no estuvie­se.

                Ser testigos y testigas de la propuesta de vida hecha por Jesús resucitado significa llevar un estilo de vida parecido al suyo y poner el Proyecto del Reino de Dios y el evangelio de la salvación en el centro de la vida y de las preocupaciones.

 

2.  La tarea de motivar a las personas a integrarse a la construcción del Proyecto de Vida Digna

            Nuestras comunidades están llamadas a ser testigas de la construcción de un proyecto de vida plena en medio del ambiente y de las circunstan­cias que nos toca vivir. Hoy, como ayer, tenemos el desafío de dar testimonio de que creemos en un dios de vida, que se opone a todo lo que atenta contra la dignidad de sus hijos e hi­jas. Ser testigos y testigas de Jesús es estar comprometidos(as) con la defensa de la vida amenazada en cualquier lugar en donde ésta se encuentre amenazada.

                La misión de los(as) enviados(as) a anunciar el evangelio no es sólo comunicar un mensaje. Es sobre todo hacer discípulos y discípulas. La palabra proclamada y escuchada tiene que provocar en el interior de cada uno(a) de aquellas per­sonas que escuchan una reacción de aceptación o rechazo de la palabra salvado­ra. No todos(as) los(as) que escuchan la Palabra están dispuestas a convertir­se en discípulos(as), pero ese debe ser el principal objetivo de la misión evangelizadora.

                Los(as) que acepten ser discípulos(as), son bautizados(as) en el nombre de las tres divinas personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y comienzan a for­mar parte de la comunidad de los(as) seguidores(as) de Jesús.

                Nuestras comunidades tienen la misión de ir haciendo discípulos(as) de Jesús. Por eso deberíamos evaluarnos con frecuencia y preguntarnos, ¿cuántos personas se han convertido en discípulos(as) de Jesús en este año, en cada una de nuestras comunidades?

               

Para la plegaria de las y los participantes:

 

  1. Por las personas comprometidas con la defensa de la vida de los pequeños y la gente excluida, para que permanezcan fieles en esta buena tarea. Roguemos…
  2. Para que sepamos acompañar el anuncio del evangelio con hechos coherentes con lo que proclamamos. Roguemos.
  3. Por quienes son perseguidas y agredidas por su compromiso con la defensa de la justicia para que mantengan un espíritu de lucha y cuenten con la solidaridad de sus compañeros y compañeras de misión. Roguemos.

 

Exhortación final: Hemos reflexionado sobre la presencia siempre inspiradora de Jesús en su comunidad. En la vida comunitaria la hemos también experimentado. Ahora nos toca se­guir siendo testigos y testigas del estilo de vida vivido y anunciado por él en medio de nuestras comunidades, de nuestras luchas por conseguir mejor calidad de vida. Que podamos seguir trabajando con nuevo entusiasmo para hacer discípulos y discípulas de Jesús a aquellas personas que se deciden a asumir el compromiso de la transformación de la realidad actual. Que el Espíritu de Jesús nos siga fortaleciendo para que rea­licemos la misión que se nos ha encomendado.  

 

LES ENVIARE MI ESPÍRITU ADP (9-15/6/2014)

Introducción: En esta semana celebramos la fiesta de Pentecostés. Tenemos que buscar el origen de esta celebración en el pueblo judío. La fiesta judía se llama «de las sema­nas» (shavuot) y se si­gue celebrando hoy en día. Se celebra a los 50 días des­pués de la Pascua; es decir, después de 7 semanas de 7 días. Los judíos re­cuerdan en esta ocasión la entrega de las tablas de la Ley en el monte Sinaí.

Las comunidades jesuánico-cristianas le hemos dado un nuevo sentido a dicha fies­ta. Para no­sotros y  nosotras es el día en el que Jesús nos ha enviado su Espíritu Santo para que permanezca con nosotros y nosotras y nos guíe en cada momento de nuestra vida. Dispongá­monos, pues, a celebrar con alegría, la presencia del Espíritu de Je­sús en nuestras vidas y en nuestra comunidad.

 

Primera Lectura: Hch 2,1-11. La comunidad de  creyentes recibe el Espíritu de Jesús.

 

Introducción P.L.: Jesús había prometido a sus discípulos y discípulas enviarles el Espíritu defensor para que guiara la vida de la naciente comunidad inspirada en la proclamación evangélica y en el testimonio de vida de Jesús. Ese Espíritu es signo de unión; de hecho permite a perso­nas de diversas naciones y de diversas len­guas entenderse y procla­mar las maravillas del rompimiento de la barrera que impide comunicarse.

 

Texto: Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos y todas reunidos y reunidas  en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les apare­cieron unas len­guas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos y ellas; quedaron todos y todas  llenos del Espíritu Santo y se pusieron a ha­blar en otras len­guas, según el Espíritu les concedía expresarse.

            Había en Jerusalén personas piadosas, que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo. Al pro­ducirse aquel ruido la gente se con­gregó y se llenó de estupor al oírles hablar cada uno en su propia lengua. Estupefactos y admiradas decían: «¿Es que no son galileos todos estos que es­tán hablando? Pues ¿cómo cada uno de nosotros les oímos en nues­tra propia len­gua nativa? Partos, medos y elamitas; habi­tan­tes de Me­sopotamia, Judea, Capa­docia, el Ponto, Asia, Fri­gia, Panfilia, Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cire­ne, forasteros romanos, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos les oímos hablar en nuestra lengua las maravillas de Dios.»

 

Salmo de hoy: Nos fortalecemos para la lucha por una vida digna

 

  • Contamos con la compañía del Espíritu de Jesús para la lucha por conseguir una vida buena, una vida digna.
  • Pedimos fuerzas para superar el miedo que nos paraliza y no nos deja asumir nuestros compromisos cotidianos.
  • Danos buen juicio y voluntad ético-política firme, para dejarnos sensibilizar ante el dolor ajeno y asumir proyectos solidarios.

 

Lect. Evangélica: Juan 20,19-23. La paz sea con ustedes.

 

Introducción L. Ev.:En la Biblia la paz (shalom) es el resumen de todas las cosas buenas que necesita una persona para vivir feliz. Por eso Jesús saluda a sus discípulos y discípulas, deseándoles precisamente la paz. Sin embargo los dones divinos, los valores de la justicia y la paz no son dados para guardarlos exclusivamente para noso­tros y nosotras. Es necesario ponerlos al servicio de los hermanos y hermanas. Por eso Jesús envía a realizar la misión evangeliza­dora. La primera tarea funda­men­tal en esa misión es ayudar a los hermanos y hermanas a reconocer sus errores y las actitudes que les impiden integrarse en el proyecto de construcción del proyecto de vida digna.

 

Texto: Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerra­das, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discí­pulos y discípulas, se presentó Jesús en medio de ellos y ellas y les dijo: «La paz sea con uste­des.» Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegra­ron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz sea con uste­des. Como el Padre me envió, también yo les envío.»  Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan reteni­dos.»

 

      

             DIÁLOGO COMUNITARIO, GRUPAL O FAMILIAR

 

1.- ¿Por qué afirmamos en la comunidad creyente que el Espíritu nos fortalece para romper la barrera de lenguas y nacionalidades?

2.- ¿Por qué es necesario poner al servicio de la comunidad nuestros dones?

 

1.- El Espíritu de Jesús nos fortalece para romper las barreras de lenguas y nacionalidades

 

            En el día de Pentecostés, y después de completar el número de los Após­toles con la elección de Matías que sustituyó a Judas (Hch 1,21-26) baja el Espíritu sobre los miedosos discípulos de Jesús que se encontraban reunidos en una casa por miedo a los judíos. Cada uno de ellos recibe el Espíritu San­to. Se pierde el miedo y adquieren la posibilidad de hablar en diversas len­guas, de tal manera que los extranjeros que estaban presentes en Jerusalén, y que hablaban diversas lenguas, podían entenderles.

            La gente se asombra de que aquellos galileos, la mayor parte de ellos gente sencilla e iletrada, tuvieran la posibilidad de comunicarse de tal mane­ra que fueran entendidos, aun cuando los oyentes hablaban diversos idiomas. De esta manera se restablece la unidad entre los pueblos, acabando con la de­sunión y la confusión que se había establecido cuando la torre de Babel (Gn 11,1-9).

            El Espíritu de Dios nos invita a anunciar el Evangelio a toda criatura, sin que sea un problema la diversidad de idiomas y lenguas, porque el Espíri­tu es el mismo, y debemos comunicar un mismo mensaje, centrado en Jesús muerto y resucitado.

 

2.- Los carismas y ministerios al servicio de la comunidad

 

            El Espíritu representa a Jesús en medio de la comunidad de creyentes. El tiene la misión de hacer crecer la comunidad para que cada día más se con­vierta en testiga del proyecto de vida digna. Así el Espíritu se encarna en cada una de las personas que forman la comunidad para que los ponga al ser­vicio de los hermanos y hermanas.

            Cuando una persona que forma la comunidad toma conciencia de los dones que ha recibido descubre la necesidad de utilizar esos carismas y decide, jun­to con la comunidad, realizar un determinado trabajo. Así nacen los ministe­rios o servicios dentro de la comunidad. Se realizan entonces las diversas actividades comunitarias: catequesis, celebraciones litúrgicas, acciones soli­darias de compromiso con la comunidad…

            En nuestras comunidades muchos(as) de nosotros(as) hemos recibido tam­bién diversos dones. Muchos(as) tenemos también nuestros ministerios, ya  y organizaciones comunitarias y solidarias  en el área del anuncio de la Palabra de la educación popular, de la defensa del ambiente, de la atención a la gente más débil y necesitada de la comunidad. Lo importante es que descubramos que esos dones y ministe­rios debemos ponerlos al servicio comunitario, para que todos(as) ayudemos a fortalecer la comunidad, puesto que todos formamos un solo cuerpo. Sólo una comunidad en donde cada persona realiza su ministerio, poniéndolo al servicio de los demás, puede ser testigo o testiga creíble de Jesús Resucitado.

 

 Para la plegaria de las y los participantes

 

Exhortación final: Hemos compartido la reflexión sobre los valores y los hechos que sustentan nuestra práctica comprometida. Hemos agradecido a Jesús por el don de su Espíritu que nos ha dado dones que, como semilla en tierra buena, produce frutos de justicia y libertad. Ahora debemos continuar realizando nuestra misión evangeli­zadora que tiene que ayudar a fortalecer la conciencia ética y política de las personas y las comunidades en su lucha por construir nuevas relaciones y avanzar en el proyecto de la vida digna. Este es nuestro compromiso para esta semana y para cada día de nuestra vida.

 

EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPIRITU  AST (16-22/6/2014)

 

Introducción: Después de haber terminado el tiempo pascual, volvemos de nuevo el tiempo ordinario; es decir un tiempo diferente a los llamados tiempos fuertes de la liturgia (Adviento, Navidad, Cuaresma, Semana Santa, Pascua). De todas maneras, en las dos siguientes semanas, después de Pentecostés, tenemos dos fiestas significativas: la Trinidad divina (Padre, Hijo y Espíritu Santo) sobre la que reflexionamos en esta semana y la celebración de la comunidad, como Cuerpo de Jesús.

            La Iglesia jesuánico-cristiana, siempre ha afirmado que cree en tres divinidades que forman una comunidad inseparable: El Padre de Jesús, el Hijo Jesús, y el Espíritu de vida; Así forman una comunidad de tres personas.

 

Lect. Primer Testamento: Exodo 34,4-9. Una divinidad misericordiosa, llena de amor y de fidelidad.

 

Introducción L.P.T: En el camino del grupo que tenía como líder a Moisés y que se proponía conquistar la tierra de Canaán, el dios Yahvé se revela como una divinidad compasiva y misericordiosa; es decir, una divinidad que tiene un corazón humano, que sabe ver las necesidades de su pueblo, y fortalece su espíritu de lucha. Es una divinidad que compaña a su pueblo, en los momentos difíciles y en los buenos. Aunque el pueblo tenga tropiezos e intente alejarse del proyecto de liberación, del proyecto de vida digna, esta divinidad, seguirá presente, por medio de las y los profetas, recordando los valores, las actitudes y las acciones comprometidas que harán posible la construcción del proyecto de vida digna.

 

Texto: En aquellos días labró Moisés dos tablas de piedra como las primeras y, levantándose de mañana, subió al monte Sinaí como le había mandado Yahvé, llevando en su mano las dos tablas de piedra.

            Descendió Yavé en forma de nube y se puso allí junto a él.

Moisés invocó el nombre de Yavé. Yavé pasó por delante de él y exclamó: «Yavé, Yavé, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor por millares de años, que perdona la iniquidad, la rebeldía y el pecado, pero no los deja impunes…

            Al instante, Moisés cayó en tierra de rodillas y se postró, diciendo: «Si en verdad he hallado gracia a tus ojos, oh Señor, dígnese mi Señor venir en medio de nosotros, aunque sea un pueblo de dura cerviz; perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y recíbenos por herencia tuya.»

 

Salmo de hoy: Jesús vive en el empobrecido y empobrecida, vive en la niña y el niño, en las y los jóvenes: vive en mi comunidad

 

  • Jesús vive en las  y los jóvenes que luchan y trabajan, por un mundo de amor y de paz.
  • Jesús vive en quien ama y se encarna en su realidad, construyendo cada día con coraje, hermandad y sororidad.
  • Jesús vive en quien cree en la nueva sociedad y defiende la verdad. Jesús vive en la Palabra de esperanza, vive en quien comparte su pan.

 

Lect. Evangélica: Juan 3,16-18. Quien cree en la Palabra y en los Hechos de Jesús construye la vida digna

 

Introducción L. Ev.: Dios nos ha demostrado su amor dándonos a su Hijo único, Jesucristo. Jesucristo vino al mundo para salvarnos; es decir, para darnos vida y vida en abundancia.

            La fe en el Hijo de Dios, que supone una relación profunda de amistad con El, nos permite disfrutar del amor de Dios y nos impulsa a amar a los(as) hermanos(as) como lo hizo Jesús.

 

Texto: Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.

            Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

            El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo

único de Dios.

 

 

 

DIÁLOGO COMUNITARIO, GRUPAL O FAMILIAR

 

 

             PARA LA REFLEXION COMUNITARIA

 

  1.  Los valores que fundamentan la fe en una divinidad comprometida con el proyecto de liberación.
  2. ¿Por qué el que cree en proyecto de vida anunciado y vivido por Jesús se compromete con la construcción del proyecto de liberación en su contexto?

 

 

1.- ¿Cuáles son los valores que fundamentan la fe en una divinidad comprometida con el proyecto de liberación?           

 

            La lectura del Éxodo nos habla del diálogo tenido entre Moisés y la divinidad Yahvé sobre el monte Sinaí. Es el mismo Dios quien se autodefine diciendo: «Yahvé es un Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad» (Ex 34,6). Yahvé, por tanto, no quiere ser reconocido por su poder, ni por sus grandes acciones, sino por su capacidad de perdonar a su pueblo, de amarlo, cuidarlo y protegerlo, a pesar de las continuas infidelidades de Israel.

            El compromiso con el proyecto de liberación, con el proyecto de vida digna exige unas determinadas actitudes y unos valores que puedan sostener la construcción de nuevas relaciones de las personas entre sí y con la naturaleza. De esa manera se hace posible la creación de otra familia, otra comunidad, otro país y otro mundo posible.

           

 

.           2. Quien cree en el proyecto de vida anunciado y vivido por Jesús se compromete en el día a día

                       

            Jesús, con su vida y sus hechos, nos mostró una nueva forma comprometernos para la creación de una vida más digna y feliz. La fe en el proyecto que Jesús anunció y vivió, nos exige el esfuerzo de fidelidad de cada día. Así como él fue fiel hasta la muerte, se nos exige saber vencer las dificultades y las tentaciones que tenemos continuamente de vivir de manera inconsciente y de dejarnos manipular por los compradores de conciencia, tanto de los grupos religiosos, como de los grupos económicos y partidarios que pretenden mantenernos con la boca y los ojos cerrados.

            Pablo de Tarso, señaló: «Hermanos y hermanas, estén alegres, trabajen para ser perfectos, anímense, tengan un mismo sentir y vivan en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con ustedes» (2 Cor 13,11). Aquí están expresadas algunas de las actitudes necesarias para quienes quieren construir unas relaciones humanas fundamentadas en los valores del amor y la justicia y comprometidas con la creación de mejores condiciones de vida para todos y todas.

            A las personas comprometidas con el proyecto de liberación, con el proyecto de Vida Digna, se nos pide responder a nuestra vocación de personas comprometidas, en el día a día, con hechos y acciones que colaboren en poner las bases para la creación de una familia, una comunidad y una sociedad fundamentadas en valores y en conductas éticas, comprometidas políticamente con la superación del individualismo y la defensa de  las causas del bien común.

 

Para la plegaria de las y los participantes

 

1.- Para que sigamos creyendo en una divinidad comprometida con el proyecto de liberación, con el proyecto de la vida digna. Roguemos.

2.- Para que sigamos teniendo a Jesús como modelo de compromiso, de ética y de política comprometida con la causa del bien común.

3.- Para que demos acogida al Espíritu de Jesús en nuestras vidas que nos impulsa por caminos de justicia y libertad. Roguemos.

 

Exhortación final:Hemos hecho memoria, en esta semana, de las tres divinas personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Hemos recibido, una vez más, la invitación a repensar los valores y las actitudes que sustentan nuestra práctica cotidiana. Contamos con la Palabra del Hijo y con la compañía del Espíritu para seguir viviendo nuestra fe. Ellos nos animan continuamente en nuestro caminar. Que durante la próxima semana y cada día de nuestra vida, sigamos siendo testigos y testigas creíbles de la fe que profesamos.

      

COMPARTIR EL PAN EN LA MESA FRATERNA Y SORORAL ACC (23-29/6/2014)

 

 

Introducción: Todas las personas que pertenecemos a la comunidad cristiana y a los grupos comprometidos con la defensa de la vida formamos parte del cuerpo de Jesucristo, es decir de la comunidad de personas comprometidas con el proyecto de vida digna. La comunidad es como un cuerpo que tiene muchas y muchos miembros. Cada persona está llamada a aportar su trabajo para la realización de la misión que le ha sido encomendada a la comunidad de fe en medio del contexto concreto.

           

Primera Lectura: 1ª Corintios 11,23-26: Hagan esto en memoria mía

 

Introducción P.L.:   Pablo, en su carta a los Corintios, les da algunas recomendaciones sobre cómo deben celebrar la Cena del Señor. En Corinto había pro­blemas en cuanto a la celebración. Dentro de la celebración se hacía una cena fraterna, que los primeros cristianos llamaban «ágape». Pero algunos no espe­raban a los hermanos y hermanas para comenzar a comerse la cena; otros comían demasiado y no compartían con los más pobres. Por todo esto Pablo les recuerda las pala­bras pronunciadas por Jesús sobre el pan y el vino, y les invita a celebrar la Cena del Señor de una forma correcta, haciendo memoria de la muerte y resurrec­ción de Jesús, y compartiendo solidariamente con los hermanos y hermanas.

 

Texto: Hermanas y hermanos: Yo recibí del Señor mismo lo que a mi vez les he enseñado. Que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, y después de dar gracias lo partió, diciendo: «Esto es mi cuerpo que es entregado por ustedes: hagan esto en memoria mía». De la misma manera, tomando la copa después de haber cenado dijo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Siempre que beban de ella, háganlo en memoria mía». Así, pues, cada vez que comen de este pan y beben de la copa, están anunciando la muerte del Señor hasta que venga.

 

Salmo de hoy: Compartimos el pan, en la construcción de la nueva sociedad

 

+ Quien comparte el pan y el vino promueve la comunión, con la lucha y el camino, de Jesús en su pasión.

+ Compartimos la comida, en el duro caminar, de tu pueblo tan hambriento que lucha por mejorar sus condiciones de vida y poderse organizar.

+ Al compartir el pan de la mesa solidaria vive la comunidad, para seguir adelante en la lucha por la vida digna, que busca por mejorar sus condiciones de vida y poderse organizar.

 

Lect. Evangélica: Lucas 9,11-17. Todos comieron cuanto quisieron y se reco­gieron doce ca­nastos de sobras.

 

Introducción L. Ev.:Durante su vida pública Jesús iba anunciando el Evangelio y realizando milagros y prodigios que demostraban la verdad de lo que él anunciaba. Y es que un hecho bueno dice más que mil palabras. Jesús multiplica el pan y da de comer a la gente. Se preocupa por todas las necesidades del ser humano. Des­pués también les hablará del pan de vida que es él y que quita el hambre para siempre.

 

Texto: En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar a la gente del Reino de Dios, y devolvió la salud a los que necesitaban curación. El día comenzaba a decli­nar. Los Doce se acercaron para decirle: «despide a la gente. Que vayan a las aldeas y pueblecitos de los alrededores en busca de alojamiento y comida, por­que aquí estamos en un lugar solitario». Jesús les contestó: «Denles ustedes mismos de comer». Ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos pesca­dos, a menos que fuéramos nosotros mismos a comprar alimento para todo este gentío». Porque había unos cinco mil hombres. Pero Jesús dijo a sus discípu­los: «Háganlos sentarse en grupos de cincuenta». Así hicieron los discípulos, y todos se sentaron. Jesús entonces tomó los cinco panes y los dos pescados, levantó los ojos al cielo, dijo la bendición, los partió y se los entregó a sus discípulos para que se los distribuyeran a la gente. Todos comieron cuanto quisieron y se recogieron doce canastos de sobras.

 

 

 

 

DIÁLOGO COMUNITARIO, GRUPAL O FAMILIAR

 

           

  1. ¿Por qué el Proyecto de liberación exige el anuncio de la Palabra y acciones solidarias?
  2. ¿Por qué se hace necesario compartir lo que se es y lo que se tiene en la lucha por construir la vida digna?

 

1. Se anuncia un Proyecto de liberación y se acompaña con acciones solidarias

            En el evangelio que hemos leído hoy (Lc 9,11-17) se nos dice que al volver de una misión que Jesús había encomendado a 12 de sus seguidores él se reúne con ellos en una ciudad llamada Betsaida, situada al lado del lago de Galilea. Posiblemente quería evaluar con ellos la misión realizada. Sin embargo la gente no los deja tranquilos.

                Ante la presencia de la multitud, Jesús no se molesta por tener que cambiar sus planes. El acoge a la gente y les anuncia lo central de ese mensaje: El Reino de Dios, el proyecto de liberación y de vida digna. Son gente pobre y marginada. Y no solamente hay anuncio, sino que hay acciones concretas que acompañan la proclamación del Evangelio. Y es que el Proyecto de Dios, el Reino de Dios es Palabra de esperanza y acciones solidarias en favor de las y los más humildes, débiles y empobrecidos.

                Como comunidad de fe tenemos la conciencia de ser testigos y testigas de Jesús y colaboradores de su Proyecto. Por eso se hace necesario seguir anunciando el mensaje salvador de Dios. Pero ese anuncio es necesario acompañarlo con acciones solidarias concretas. Por eso, en nuestras comunidades cristianas nos preocupamos por la salud del pueblo, por la alimentación, por la educación… es decir, acciones concretas que expresan nuestro compromiso con el Proyecto de Dios y con la necesidad de la gente.

 

2. La exigencia de compartir lo que se es y lo que se tiene en la lucha por construir la vida digna

            Después de volver de la misión que Jesús les había encomendado, las y los discípulos de Jesús estaban probablemente cansados y querían poner fin a la jornada para descansar un poco. Por eso proponen a Jesús que despida a la gente que lo seguía para que buscasen alojamiento y comida en los pueblos cercanos. Sin embargo Jesús tiene otra cosa en mente. A las y los seguidores de Jesús les toca en ese momento organizarse para dar de comer a la gente; eso forma parte del anuncio del Proyecto de Dios. Por eso Jesús dice directamente: “Denles ustedes mismos de comer” (Lc 9,13).

                La negativa de los discípulos de Jesús está guiada por el sentido común; lo sienten, no tienen ni alimento ni probablemente dinero (Lc 9,13). Piensan como la gente que viven en medio de un sistema social injusto. En esa sociedad la única forma de conseguir el alimento es yendo a comprarlo a aquellas personas que han almacenado la comida o que han acaparado los recursos y riquezas que pertenecen a la mayoría. Pero Jesús les invita a compartir desde lo poco que se tiene. Es un gesto que no tiene límites, el amor es siempre abundante y ordenado: la gente debe acomodarse en “grupos de unos cincuenta” (Lc 9,14).

                Jesús entonces, después de bendecir los 5 panes y los dos pescados, entrega el alimento multiplicado para que los discípulos de Jesús los repartan a la gente. La multitud come a gusto; las y los hambrientos son saciados; el alimento compartido es otro signo del Proyecto de Dios, porque de él depende la vida. Las personas que comieron fueron 5 mil hombres, sin contar las mujeres, las niñas y los niños (Serían unas 15,000 personas aproximadamente. Cf. Lc 9,16; Mt 14,21; 

                El alimento no sólo da para todas las personas, sino que hasta sobra: 12 canastos. La cifra es simbólica: hay alimento en abundancia para todo el pueblo (para las y los descendientes de las 12 tribus de Israel).

                El texto de la multiplicación de los panes desafía nuestra fe. No podemos responder al hambre que hay en nuestras comunidades, en nuestro país, diciendo que no tenemos de donde dar. Compartir, desde lo poco que se tiene, es un signo del Reino de Dios. Esto lo experimentan sobre todo las personas más débiles y marginadas de nuestras comunidades. Lo cual no quiere decir que no debamos seguir luchando por cambiar las estructuras sociales injustas, que permiten que unos tengan muchos alimentos acumulados en sus supermercados, mientras otros y otras pasan hambre. 

           

Para la plegaria de las y los participantes

 

1.- Por todas las personas que están comprometidas con la construcción de un proyecto de sociedad en donde se repartan las riquezas y los alimentos. Roguemos.

2.- Por las comunidades y grupos que trabajan en proyectos de economía solidaria para que sigan fortaleciendo estas acciones cada día.

3.- Por quienes están sufriendo desnutrición y pobreza para que encuentren una mano amiga y se integren a la lucha para no recibir como limosna lo que la gente merece por el simple hecho de ser persona.

 

Exhortación final: En este semana en que estamos comparando a la comunidad con el cuerpo de Jesús, descubrimos la necesidad de seguir anunciando el proyecto de liberación, el proyecto de vida digna y acompañando la proclamación con obras concretas de solidaridad, sobre todo en el área de alimentación y nutrición. Se nos invita a compartir desde lo poco que tenemos con la conciencia de que cuando se comparte el alimento éste alcanza para todos y todas y hasta sobra. En el memorial de la celebración de la Cena de Jesús al utilizar los signos de Pan y vino hacemos memoria del proyecto de liberación.