Incertidumbre y religiosidad

May 15, 2020

Leonardo Díaz  | 14 de mayo de 2020[1]

En una obra clásica de la reflexión antropológica, Magia, Ciencia y religión (1954), Bronislaw Malinowski relacionó la creencia mágica y religiosa en los habitantes de las islas Trobriand con los niveles de peligro, incertidumbre y azar a que eran expuestos por la naturaleza. En otras palabras, allí donde los lugareños se encontraban en medio de una situación amenazante que escapaba al control tecnológico, o que se caracterizaba por el azar y la incertidumbre, aumentaban los comportamientos religiosos (rituales y oraciones). Cuando la situaciones permitían un mayor nivel de control humano, esos mismos comportamientos se reducían.

La reflexión de Malinowski ha tenido continuidad hasta nuestros días. Por ejemplo, en el año 2012, un libro de Nigel Barber titulado Wy Ateism Will Replace Religion:The triumph of earthly pleasures over pie en the sky (Por qué el ateísmo substituirá la religión: El triunfo de los placeres terrenales sobre el pastel en el cielo) vincula la creencia religiosa con la inseguridad generada por la precariedad de la vida.

Estudios de percepción religiosa como el comentado en mi artículo del año 2019, “El declive de la religión”,  apoya las referidas afirmaciones. Los datos muestran una reducción de la religiosidad en aquellas zonas del planeta donde existen altos niveles de vida, mientras muestran altos niveles de creencia religiosa en zonas caracterizadas por altos índices de precariedad.

La lectura de esos datos no debe leerse en el sentido superficial de que a mayor riqueza hay menos religiosidad, mientras que a menor riqueza hay mayor religiosidad. La riqueza material es solo una parte de los bienes que proporcionan sensación de certidumbre. Estos bienes tienen que combinarse con bienes menos tangibles, como la sensación de autonomía y de seguridad. Las sociedades con altos índices de desarrollo humano no solo solo tienden a ser más ricas, sino también, tienden a disponer de mejores sistemas de salud, redes institucionales más eficientes de protección social, reglas de juego claras y mas igualitarias, en otras palabras, mayores posibilidades de control tecnológico sobre la vida cotidiana y de generar un entorno de bienestar psicológico.

Por su parte, en las sociedades con bajo índice de desarrollo humano, el espacio y el tiempo del Mundo de la Vida está estructurado por la precariedad y la incertidumbre, porque fallan todas las instituciones llamadas a proporcionar sensaciones de seguridad en la ciudadanía. Esto crea las condiciones para que los movimientos religiosos reemplacen la ineficacia estatal y las injusticias de los modelos económicos excluyentes con redes de solidaridad, mientras constituyen comunidades que proporcionan amor, esperanza, consuelo y seguridad a sus integrantes.

En el desarrollo de esas prácticas esas comunidades también gestionan la formación que, en muchos casos, terminan construyendo una imagen del mundo consecuente con las precariedades de la vida cotidiana, con sus fobias y esperanzas.

Por tanto, con frecuencia, la forma de vida religiosa de estas comunidades no constituye un modo de realización psicológica adulta, libre y consciente; sino un mecanismo psicológico infantil de búsqueda por la dádiva, la protección y el cuidado.

El referido mecanismo psicológico se activa en situaciones de incertidumbre, como la que vivimos en la actualidad, angustiados por un virus desconocido que puede afectarnos en cualquier lugar y en cualquier momento.

Es comprensible, dado lo que hemos expresado, que estos momentos sean de manifestaciones espontáneas de fervor religioso por parte de la gente común y que vive en situaciones de precariedad. Lo inaceptable es la promoción, la manipulación religiosa y política que hacen, de ese fervor, el oportunismo político y el fariseísmo religioso.

[1] Publicado originalmente en: https://acento.com.do/2020/opinion/8817172-incertidumbre-y-religiosidad/


Los evangélicos y el coronavirus: los grupos religiosos que resisten las restricciones contra el covid-19 en algunos países de América

May 13, 2020

 

BBC Mundo, 11 mayo, 2020[1]

 

Grupos evangélicos a lo largo de América se las han ingeniado para mantener cultos en persona pese a la pandemia.

En Chile, un líder evangélico con coronavirus murió tras ir a un evento masivo. En Perú o Colombia sorprendieron a pastores reunidos con fieles pese al confinamiento. Y en Brasil o Estados Unidos, muchos evangélicos relativizan la amenaza del covid-19.

Del sur al norte de América, distintos grupos evangélicos se han puesto al frente de la resistencia al distanciamiento social instaurado para combatir una pandemia que causa estragos en el continente.

Esa actitud provocó grietas dentro de la propia comunidad evangélica, donde otros advierten sobre la peligrosidad del nuevo virus y optaron por ofrecer apenas servicios en línea.

Pero el fenómeno también colocó un foco especial en esa religión y el fuerte respaldo de sus devotos a presidentes como el estadounidense Donald Trump o el brasileño Jair Bolsonaro, que buscan el regreso a la normalidad pese a la creciente pandemia en sus países.

Detrás de esas posturas hay desde motivos de fe hasta intereses económicos de algunas iglesias que temen que la crisis disminuya la prosperidad y las contribuciones que reciben de sus adeptos, según expertos.

«Si paras de trabajar, disminuye tu diezmo», explicó Cecília Mariz, una profesora de sociología de la religión en la Universidad del Estado de Río de Janeiro, a BBC Mundo.

Una prueba especial

Derechos de autor de la imagen AFP Aunque son minoría, los evangélicos crecieron como fuerza religiosa en Latinoamérica en las últimas décadas, mientras el porcentaje de católicos cayó.

La evangélica es la religión que más ha crecido en años recientes en América Latina: uno de cada cinco personas en la región (19%) se definía como tal en 2017, según una encuesta de Latinobarómetro en 18 países.

Esto ocurrió a costa de una pérdida de apoyo a la Iglesia Católica, cuyos fieles pasaron a ser 59% de los latinoamericanos según la misma encuesta.

El cambio dio más influencia en el debate político a las iglesias evangélicas en temas como su rechazo al aborto o al reconocimiento de derechos de homosexuales.

Pero esos grupos están lejos de actuar de forma monolítica y la pandemia del coronavirus se volvió ahora una peculiar prueba de fuerza para ellos.

En Argentina, un pastor evangélico y senador de la provincia de Mendoza causó polémica la semana pasada al criticar las medidas de aislamiento por la pandemia impuestas por el gobierno nacional.

«Hay más muertes por abortos que por el covid, entonces tendríamos que estar encerrados para que no haya abortos», comparó Héctor Bonarrico durante una sesión virtual de su legislatura y reclamó subsidios para las iglesias evangélicas.

Su propuesta naufragó en una votación dividida. Y su comparación levantó varios repudios.

«Dios provee»

En Brasil, donde el coronavirus avanza de forma alarmante y ya causó más de 10.000 muertes según la Universidad Johns Hopkins, el presidente Bolsonaro enfrenta crecientes críticas por oponerse al confinamiento y haber calificado al covid-19 de «gripecita».

Pero los evangélicos mantienen un apoyo fuerte a Bolsonaro.

Derechos de autor de la imagen AFP Criticado por su respuesta al coronavirus, el presidente brasileño Jair Bolsonaro recibió el respaldo de líderes evangélicos.

Según una encuesta de la firma Datafolha realizada en abril, en Brasil los evangélicos evalúan de manera más positiva la gestión del presidente y son más contrarios al confinamiento que la población general.

Influyentes líderes evangélicos como Edir Macedo, de la Iglesia Universal del Reino de Dios, y Silas Malafaia, de la Iglesia Asamblea de Dios Victoria en Cristo, son grandes críticos al aislamiento social en Brasil, alineados con Bolsonaro.

En distintas iglesias evangélicas brasileños continúan los cultos en persona donde, pese a medidas adoptadas para guardar distancia entre los fieles y darles gel desinfectante a la entrada, se observan hasta 3.000 asistentes a un mismo templo en plena cuarentena.

«Creen que Dios puede resolverlo», señaló Mariz. «La idea es que ‘Dios provee todo’ y no precisas hacer aislamiento».

Derechos de autor de la imagenAFP Silas Malafaia es uno de los líderes evanéglicos brasileños que apoya a Bolsonaro.

Esto contrasta con la actitud que han asumido otros pastores de diversas denominaciones en defensa de la suspensión de cultos en persona y ofreciendo servicios por internet.

«Pero es una minoría», sostuvo el teólogo Kenner Terra, que enfrentó una ola de críticas por defender el aislamiento social.

«El hecho de que consideres las recomendaciones de la OMS es casi como un ‘acto de resistencia’», dijo Terra a BBC Brasil.

«El llamado de Dios»

Distintos tipos de iglesias en Latinoamérica han cerrado sus puertas temporalmente ante la pandemia y han buscado adaptarse ofreciendo de servicios religiosos por redes sociales.

Pero otros optaron mantuvieron reuniones en persona.

Derechos de autor de la imagenAFP Un culto evangélico celebrado en persona en Santo Domingo durante la reciente Semana Santa.

Grupos evangélicos en Nicaragua han participado de actividades públicas, algunas de ellas promovidas por el gobierno de Daniel Ortega, criticado desde el exterior por evitar adoptar medidas contra el covid-19 recomendadas por especialistas en salud.

Desde la Iglesia católica, el cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes advirtió el domingo que salir a la calle «es riesgoso».

En zonas de Colombia y Perú alejadas de las capitales se han reportado intervenciones de la policía para detener algún encuentro evangélico en curso que se salteaba las restricciones.

En Chile hubo casos donde los propios pastores estaban contagiados de covid-19 y celebraron de todas formas cultos con sus fieles.

Mario Salfate, un pastor chileno, asistió a una reunión religiosa con unas 300 personas el 16 de marzo, cuando en su país ya había advertencias y medidas por la peligrosidad del virus.

Unos días después, Salfate dio positivo de covid-19 junto a otros tres participantes del encuentro. Murió a mediados de abril.

Derechos de autor de la imagen AFP Como en algunas partes de América Latina, la apertura de ciertas iglesias en EE.UU. pese a la pandemia generó diferencias en la comunidad cristiana.

En EE.UU. falleció el mismo mes, tras contraer el covid-19, el pastor evangélico Gerald Glenn, quien había desafiado los avisos sobre el riesgo de infección al afirmar que «Dios es más grande» y seguiría predicando en su iglesia de Virginia.

Los evangélicos blancos figuraron como el grupo religioso de EE.UU. menos propenso a creer que el covid-19 supone un riesgo para la salud pública en una encuesta de marzo del Centro Pew de Investigación.

Y, pese a las controversias que provocó Trump con el coronavirus, tres de cada cuatro evangélicos protestantes blancos indicaron en el mismo sondeo que Trump respondía bien al brote de infecciones.

«Eso fue mucho más alto de lo que vimos entre otros grupos religiosos», dijo Greg Smith, director asociado de investigación del Pew, a BBC Mundo.

Con el argumento de que las medidas contra la pandemia van contra sus libertades, algunos evangélicos conservadores en EE.UU. se han unido a protestas alentadas por el propio Trump en reclamo de la reapertura de actividades.

Derechos de autor de la imagen GETTY IMAGES Donald Trump recibió un amplio respaldo evangélico en las elecciones de 2016 y lo mantiene en buena medida.

Una gran mayoría (82%) de los estadounidenses que asisten regularmente a iglesias disponen ahora de esos servicios religiosos por TV o internet, según otra encuesta de Pew a fines de abril.

Pero algunos pastores mantienen las reuniones colectivas, como Rich Vera, que el domingo lideró una ceremonia en Florida llamando a los asistentes a sentarse más cerca de él: «No hay coronavirus aquí», sostuvo, sin prueba científica posible.

«El llamado que Dios puso en mi vida es predicar el evangelio, poner las manos sobre los enfermos para que él pueda sanarlos», respondió Vera cuando la BBC le preguntó recientemente si es responsable que mantenga contacto físico con sus fieles. «Ese es mi llamado».

 

[1] Publicado originalmente en https://eldia.com.do/los-evangelicos-y-el-coronavirus-los-grupos-religiosos-que-resisten-las-restricciones-contra-el-covid-19-en-algunos-paises-de-america/


Perder la fe en un Dios curandero

May 13, 2020

 

Neftalí Eugenia Castillo  | 12 de mayo de 2020[1]

 

Según el Barómetro Especial de Abril, del Centro de Investigaciones Sociológicas CIS, en España el número de creyentes católicos ha caído un 5,4% en medio de la pandemia que azota al mundo y que ha golpeado a la abuela “madre patria” con cierta saña.

En un artículo publicado hace unas semanas en la revista Vida Nueva el autor señala lo siguiente: “Los católicos practicantes se mantienen inmóviles en el 19,5%, mientras que son los no practicantes los que se quitan el apellido “creyente” para pasar a no creyentes, ateos y agnóstico, tres categorías que juntas suman el 36,1%, rozando casi los 4 de cada 10 españoles.” Como siempre, las mujeres están al frente y son quienes mantienen viva la fe. Dice el informe que el 66,7% de ellas son creyentes sacándole más de 11 puntos de ventaja (o desventaja) a los hombres.

¿Qué significa esto? Que muchas personas bautizadas en el cristianismo no están dispuestas a seguir creyendo en el Dios que la religión le ha vendido y que nada tiene que ver con la ternura de Jesús que aparece en los evangelios. Poco a poco se han dado cuenta que esa divinidad no es como dicen, que “da la llaga y también la medicina”. Han comprendido que la divinidad no se deja manipular y cambia de parecer por el hecho de que te des golpes en el pecho con un eterno “te rogamos y ten piedad”. Si Dios actuara según nuestras voluntades, no sería Dios y el mundo y las circunstancias dependerían exclusivamente de nuestros rezos. Si oras y te humillas lo suficiente, te salvas. Es como decir que ese Padre (Madre) de amor tiene un precio para poder actuar, que somos nosotros, con nuestras súplicas y “obras de caridad”, los que compramos su protección y su misericordia. Tan absurdo y perverso como afirmar que si oramos mucho Dios detiene la pandemia o al menos protegerá a la familia que más rece. ¡Eso es herejía!

Yo creo que en el fondo las personas no dejen de creer; más bien abandonan ciertas creencias que aprendieron en la catequesis y que todavía está presente en las mentalidades de algunos líderes religiosos a quienes les conviene ese Dios controlador y pantocrátor para así justificar sus poderes y sus abusos, sus imposiciones y sus manipulaciones de conciencia. Por eso siguen promoviendo ese adefesio, porque saben que, si los fieles conocen más y mejor a Jesús y su mensaje, su poderío se vendría abajo, porque en Jesús todo es al revés de lo que ellos predican.

Perdemos la fe en ese Dios curandero y milagrero que algunas religiones se han inventado o de lo contrario tendríamos que llegar a la conclusión del filósofo y teólogo Juan Antonio Estrada, cuando dice que de no ser así “ese Dios sería alguien, que pudiendo hacer milagros no los hace, porque es una divinidad maligna, porque sería la causa del mal o al menos lo permite”. Un Dios indiferente que se complace con el sufrimiento humano.

Nada es estático, todo cambia, la vida nos ha cambiado de la noche a la mañana y es tiempo también de que limpiemos a Dios y lo exoneremos de hacer nuestras tareas, de estar salvándonos siempre de su propia creación imperfecta; pues de lo contrario los “cristianos” seguirán siendo los únicos responsables del ateísmo creciente en el mundo. Nos hemos encargado de deformar el rostro de Dios que se nos reveló en Jesús y hemos fabricado un muñeco de trapo.

Retomemos en versos la conciencia teológica de León Felipe y superemos el “intervencionismo divino”. Asumamos que somos los constructores de nuestro destino con las herramientas que Dios nos ha proporcionado, que somos libres para elegir el bien o el mal; la vida o la muerte (Deuteronomio 30: 15) que podemos autodestruirnos o simplemente cambiar de actitud y elegir la vida. Seamos responsables y no pidamos a Dios que viva arreglando lo que con nuestra soberbia y torpeza hemos ido destruyendo.

Encontremos en el poeta el eco de quienes no nos conformamos con un Dios terrible y a la vez infantil con el que se alimentan falsas esperanzas.

Aquí vino y se fue…

Vino, nos marcó nuestra tarea

y se fue.

Tal vez detrás de aquella nube

hay alguien que trabaja

lo mismo que nosotros,

y tal vez

las estrellas

no son más que ventanas encendidas

de una fábrica

donde Dios tiene que repartir

una labor también.

Aquí vino y se fue.

Vino, llenó nuestra caja de caudales

con millones de siglos y de siglos,

nos dejó unas herramientas…

y se fue.

Él, que lo sabe todo,

sabe que estando solos

sin Dioses que nos miren

trabajamos mejor.

Detrás de ti no hay nadie. Nadie,

ni un maestro, ni un amo, ni un patrón.

Pero tuyo es el tiempo. El tiempo y esa gubia

con que Dios comenzó la Creación.

 

 

 

Comentario F. Pimentel: Interesante reflexión para quienes miran la vida y la fe desde la óptica del movimiento de Jesús, desde la honestidad y transparencia de una conciencia sensible y crítica, que asume el compromiso con las y los débiles y empobrecidos de la tierra y que exige la práctica de la solidaridad cotidiana.

 

[1] Publicado originalmente en: https://acento.com.do/2020/opinion/8815639-perder-la-fe-en-un-dios-curandero/


Los evangélicos y el coronavirus: los grupos religiosos que resisten las restricciones contra el covid-19 en algunos países de América

May 11, 2020

 

Por, BBC Mundo

11 mayo, 2020[1]

Grupos evangélicos a lo largo de América se las han ingeniado para mantener cultos en persona pese a la pandemia.

En Chile, un líder evangélico con coronavirus murió tras ir a un evento masivo. En Perú o Colombia sorprendieron a pastores reunidos con fieles pese al confinamiento. Y en Brasil o Estados Unidos, muchos evangélicos relativizan la amenaza del covid-19.

Del sur al norte de América, distintos grupos evangélicos se han puesto al frente de la resistencia al distanciamiento social instaurado para combatir una pandemia que causa estragos en el continente.

Esa actitud provocó grietas dentro de la propia comunidad evangélica, donde otros advierten sobre la peligrosidad del nuevo virus y optaron por ofrecer apenas servicios en línea.

Pero el fenómeno también colocó un foco especial en esa religión y el fuerte respaldo de sus devotos a presidentes como el estadounidense Donald Trump o el brasileño Jair Bolsonaro, que buscan el regreso a la normalidad pese a la creciente pandemia en sus países.

Detrás de esas posturas hay desde motivos de fe hasta intereses económicos de algunas iglesias que temen que la crisis disminuya la prosperidad y las contribuciones que reciben de sus adeptos, según expertos.

«Si paras de trabajar, disminuye tu diezmo», explicó Cecília Mariz, una profesora de sociología de la religión en la Universidad del Estado de Río de Janeiro, a BBC Mundo.

Una prueba especial

Derechos de autor de la imagen AFP Aunque son minoría, los evangélicos crecieron como fuerza religiosa en Latinoamérica en las últimas décadas, mientras el porcentaje de católicos cayó.

La evangélica es la religión que más ha crecido en años recientes en América Latina: uno de cada cinco personas en la región (19%) se definía como tal en 2017, según una encuesta de Latinobarómetro en 18 países.

Esto ocurrió a costa de una pérdida de apoyo a la Iglesia Católica, cuyos fieles pasaron a ser 59% de los latinoamericanos según la misma encuesta.

El cambio dio más influencia en el debate político a las iglesias evangélicas en temas como su rechazo al aborto o al reconocimiento de derechos de homosexuales.

Pero esos grupos están lejos de actuar de forma monolítica y la pandemia del coronavirus se volvió ahora una peculiar prueba de fuerza para ellos.

En Argentina, un pastor evangélico y senador de la provincia de Mendoza causó polémica la semana pasada al criticar las medidas de aislamiento por la pandemia impuestas por el gobierno nacional.

«Hay más muertes por abortos que por el covid, entonces tendríamos que estar encerrados para que no haya abortos», comparó Héctor Bonarrico durante una sesión virtual de su legislatura y reclamó subsidios para las iglesias evangélicas.

Su propuesta naufragó en una votación dividida. Y su comparación levantó varios repudios.

«Dios provee»

En Brasil, donde el coronavirus avanza de forma alarmante y ya causó más de 10.000 muertes según la Universidad Johns Hopkins, el presidente Bolsonaro enfrenta crecientes críticas por oponerse al confinamiento y haber calificado al covid-19 de «gripecita».

Pero los evangélicos mantienen un apoyo fuerte a Bolsonaro.

Derechos de autor de la imagen AFP Criticado por su respuesta al coronavirus, el presidente brasileño Jair Bolsonaro recibió el respaldo de líderes evangélicos.

Según una encuesta de la firma Datafolha realizada en abril, en Brasil los evangélicos evalúan de manera más positiva la gestión del presidente y son más contrarios al confinamiento que la población general.

Influyentes líderes evangélicos como Edir Macedo, de la Iglesia Universal del Reino de Dios, y Silas Malafaia, de la Iglesia Asamblea de Dios Victoria en Cristo, son grandes críticos al aislamiento social en Brasil, alineados con Bolsonaro.

En distintas iglesias evangélicas brasileños continúan los cultos en persona donde, pese a medidas adoptadas para guardar distancia entre los fieles y darles gel desinfectante a la entrada, se observan hasta 3.000 asistentes a un mismo templo en plena cuarentena.

«Creen que Dios puede resolverlo», señaló Mariz. «La idea es que ‘Dios provee todo’ y no precisas hacer aislamiento».

Derechos de autor de la imagenAFP Silas Malafaia es uno de los líderes evanéglicos brasileños que apoya a Bolsonaro.

Esto contrasta con la actitud que han asumido otros pastores de diversas denominaciones en defensa de la suspensión de cultos en persona y ofreciendo servicios por internet.

«Pero es una minoría», sostuvo el teólogo Kenner Terra, que enfrentó una ola de críticas por defender el aislamiento social.

«El hecho de que consideres las recomendaciones de la OMS es casi como un ‘acto de resistencia’», dijo Terra a BBC Brasil.

«El llamado de Dios»

Distintos tipos de iglesias en Latinoamérica han cerrado sus puertas temporalmente ante la pandemia y han buscado adaptarse ofreciendo de servicios religiosos por redes sociales.

Pero otros optaron mantuvieron reuniones en persona.

Derechos de autor de la imagenAFP Un culto evangélico celebrado en persona en Santo Domingo durante la reciente Semana Santa.

Grupos evangélicos en Nicaragua han participado de actividades públicas, algunas de ellas promovidas por el gobierno de Daniel Ortega, criticado desde el exterior por evitar adoptar medidas contra el covid-19 recomendadas por especialistas en salud.

Desde la Iglesia católica, el cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes advirtió el domingo que salir a la calle «es riesgoso».

En zonas de Colombia y Perú alejadas de las capitales se han reportado intervenciones de la policía para detener algún encuentro evangélico en curso que se salteaba las restricciones.

En Chile hubo casos donde los propios pastores estaban contagiados de covid-19 y celebraron de todas formas cultos con sus fieles.

Mario Salfate, un pastor chileno, asistió a una reunión religiosa con unas 300 personas el 16 de marzo, cuando en su país ya había advertencias y medidas por la peligrosidad del virus.

Unos días después, Salfate dio positivo de covid-19 junto a otros tres participantes del encuentro. Murió a mediados de abril.

Derechos de autor de la imagen AFP Como en algunas partes de América Latina, la apertura de ciertas iglesias en EE.UU. pese a la pandemia generó diferencias en la comunidad cristiana.

En EE.UU. falleció el mismo mes, tras contraer el covid-19, el pastor evangélico Gerald Glenn, quien había desafiado los avisos sobre el riesgo de infección al afirmar que «Dios es más grande» y seguiría predicando en su iglesia de Virginia.

Los evangélicos blancos figuraron como el grupo religioso de EE.UU. menos propenso a creer que el covid-19 supone un riesgo para la salud pública en una encuesta de marzo del Centro Pew de Investigación.

Y, pese a las controversias que provocó Trump con el coronavirus, tres de cada cuatro evangélicos protestantes blancos indicaron en el mismo sondeo que Trump respondía bien al brote de infecciones.

«Eso fue mucho más alto de lo que vimos entre otros grupos religiosos», dijo Greg Smith, director asociado de investigación del Pew, a BBC Mundo.

Con el argumento de que las medidas contra la pandemia van contra sus libertades, algunos evangélicos conservadores en EE.UU. se han unido a protestas alentadas por el propio Trump en reclamo de la reapertura de actividades.

Derechos de autor de la imagen GETTY IMAGES Donald Trump recibió un amplio respaldo evangélico en las elecciones de 2016 y lo mantiene en buena medida.

Una gran mayoría (82%) de los estadounidenses que asisten regularmente a iglesias disponen ahora de esos servicios religiosos por TV o internet, según otra encuesta de Pew a fines de abril.

Pero algunos pastores mantienen las reuniones colectivas, como Rich Vera, que el domingo lideró una ceremonia en Florida llamando a los asistentes a sentarse más cerca de él: «No hay coronavirus aquí», sostuvo, sin prueba científica posible.

«El llamado que Dios puso en mi vida es predicar el evangelio, poner las manos sobre los enfermos para que él pueda sanarlos», respondió Vera cuando la BBC le preguntó recientemente si es responsable que mantenga contacto físico con sus fieles. «Ese es mi llamado».

 

[1] Publicado originalmente en https://eldia.com.do/los-evangelicos-y-el-coronavirus-los-grupos-religiosos-que-resisten-las-restricciones-contra-el-covid-19-en-algunos-paises-de-america/


El emperador Constantino inventó el cristianismo en el año 303 (1)

May 9, 2020

 

Diógenes Céspedes  | 9 de mayo de 2020[1]

 

(Reseña del libro de Fernando Conde Torrens)

  1. 1. A comienzo de 1962, lo cuento en Memorias contra el olvido(Santo Domingo: La Trinitaria, 2001), leí por primera vez El manifiesto comunista, opúsculo que me prestó mi amigo Arismendy Amaral Oviedo, militante de la juventud del Movimiento Revolucionario 14 de Junio. Ambos cursábamos en 1960 el segundo curso de bachillerato en el liceo nocturno “Eugenio María de Hostos” y entablamos amistad a través de Rafael Santana Ortiz, quien vivía a dos casas de la pensión donde me instalé (calle Duarte 58) cuando vine, desde Sabana Grande de Boyá, a estudiar y a trabajar en el Correo central situado al bajar la cuesta de la Emiliano Tejera con Isabel la Católica.
  2. 2. Luego de leer varias veces el Manifiesto, dos frases me llamaron poderosamente la atención: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo” y la otra: “La religión es el opio de los pueblos”. Como era muy católico en esa época, tal frase me chocó en razón de lo que explicaban Marx y Engels en el opúsculo. Decidí investigar por mi cuenta para determinar, a través de los sabios, si esta última afirmación era cierta.
  3. 3. Acerca de la primera frase, en algunos de mis libros he escrito bastante acerca del destino del socialismo de partido único y no repetiré mi posición. Pero la segunda frase me martilleó durante todo aquel año de 1962, época de lucha de la juventud bravía en contra del Consejo de Estado que presidieron Balaguer y Bonnelly y no me conformé con asumir que “la religión era el opio de los pueblos”.
  4. 4. Me embarqué en la búsqueda de libros de historia de las religiones. Con las primeras obras me que tropecé fue con las del origen del cristianismo y la religión de los judíos contenida en el Viejo Testamento. Los libros de autores extranjeros traducidos al español y los escritos por autores de mi propio idioma que leí en aquel momento, no me enseñaron gran cosa. Durante aquella inquietud, me topé con una editora de Nueva York, la University Books, que marcó la ruta de lo que buscaba.  El primer libro que adquirí (siempre con giros bancarios dirigidos por correo a la citada editora) fue para mí una revelación: Ancien, Medieval and Modern Christianity, de 1961, cuyo autor, Charles Guignebert, profundizó el método de Loisy y estudió de manera científica y no confesional el tema del cristianismo. Algunos libros de Loisy fueron colocados en la lista negra del Vaticano por atreverse a investigar el mismo problema que a mí me traía de cabeza en aquellos años de 1960: el origen del cristianismo, qué había de mito y qué había de realidad, dado el hecho de que quienes nos adentramos en el estudio de cómo surgieron las religiones en el mundo, nos encontramos con el hecho de que fueron fundadas por hombres (Akenatón, Zoroastro o Spitama Zaratustra, Mahoma, Lutero, Enrique VIII) o que su origen se perdió en el mito y la noche de los tiempos (Moisés para el judaísmo y el anonimato para las religiones orientales de Japón, China, India, Grecia, Roma y las célticas y germánicas).
  5. 5. Otro libro que me impactó fue el de Alfred Firmin Loisy, The Birth of Christian Religion and the Origin of the New Testament, publicado en 1962. Este libro del fundador del modernismo bíblico y los del laico Guignebert vieron la luz entre los años 1920 y 1933 y su traducción al inglés se produce treinta años después, al igual que la traducción al español de Jesús, de Guignebert, publicado en México en 1961 por la Unión Tipográfica Editorial. A través de estas obras de Loisy y Guignebert capté la duda en ellos de la inexistencia de mención del nombre de Jesús en todos los historiadores romanos de la época en que se supone que una doctrina tan revolucionaria y subversiva como la de ese personaje fue una amenaza grave al Imperio.

Portada de The Birth of the Christian Religion and The Origins of the New Testament, de Alfred Loisy.

Estos libros explican la técnica de la interpolación de los copistas en los textos de algunos historiadores romanos para que en ellos apareciera la mención de Jesús a partir de Tiberio, el primer emperador “bueno” bajo cuyo reinado se verificó como “cierta” la existencia del Cristo. También los copistas interpolaron la leyenda de Lactancio de los “emperadores malos”, desde Nerón hasta Dioclesiano, perseguidores del cristianismo y cómo estos “desalmados” recibieron muerte cruel.  Son estos dos autores –Guignebert y Loisy– quienes dudaron de la existencia de Jesús como un dios. No lo niegan rotundamente, pero llegan a plantear, ante la realidad de la doctrina, que al menos debió ser un hombre, un profeta, un revolucionario que la historia borró o que los judíos y los romanos conspiraron para borrarle por completo de la historia. El hecho irrecusable es que ningún libro de la Antigüedad podía traer la mención de Jesús y el cristianismo, porque simplemente no existieron hasta 303-313.

  1. 6. Con el propósito de ahondar el contexto en que surgió el cristianismo, compré dos libros adicionales que me ayudaron a comprender el período: The Jewish Word in Time of Jesus, de Guignebert, publicado por University Books en 1959 y, el otro, de F. C. Conybeare, The Origin of Christianity, de 1958, en la misma editorial. Al igual que el de Loisy, el libro que más me ayudó fue el de Guignebert, porque estudia a los historiadores de la Antigüedad, los textos religiosos hebraicos, romanos, griegos, bizantinos, alejandrinos, autores de la Diáspora, las sectas y las herejías, en busca de la mención de Jesús y del surgimiento de su doctrina en dichas obras.
  2. 7. Armado de estos conocimientos, más la continua lectura de autores griegos y romanos de la Antigüedad, así como de la lectura de mitólogos renombrados como Mircea Eliade, Roger Caillois, Matila Ghyka, Jean-Pierre Vernant y los libros de mitología general, en especial el que coordinó Félix Guiraud (Madrid: Labor, 1971) abandoné estas preocupaciones durante más de cuarenta años hasta que –me dije– surgieran nuevas evidencias bibliográficas que completaran el camino recorrido durante en busca de noticias nuevas, porque nunca me han satisfecho los mitos cuando se convierten en discursos de la verdad.

Un día, sin proponérmelo, entré a un blog, no recuerdo cómo, donde se discutían las ideas del libro Año 303 inventan el cristianismo, de Fernando Conde Torrens, español, nacido en Irún (Guipúzcoa), doctor en ingeniería industrial, profesor de filosofía y  religión, traductor de latín, griego koiné, hebreo bíblico y de otros idiomas europeos actuales, quien ha escrito una historia novelada que no tiene el fárrago de un ensayo atiborrado de notas eruditas larguísimas, pero que narra documentalmente cómo el emperador Constantino le ordenó al romano Lactancio, profesor de Retórica, nativo de Leptis Magna, Cartago, en África (hoy Al-Khums en Túnez) y al historiador griego Eusebio de Cesárea Marítima que escribieran los textos de una nueva religión que se llamaría cristianismo. Constantino ordenó crear esta nueva religión en momento en que oyó a Lactancio revelarse al emperador Dioclesiano la profecía del fin del Imperio Romano si sus ciudadanos continuaban adorando a la multitud de dioses falsos del Panteón y no se acogían a la doctrina de un Único Dios verdadero llamado Jesús, hijo del Único Dios Padre Verdadero de Moisés.

En los próximos artículos, reseñaré el libro de Conde Torrens y cómo se tejió el origen y la aventura de la leyenda del cristianismo que ha perdurado más de 1.700 años.

 

[1] Publicado originalmente en: https://acento.com.do/2020/opinion/8814849-el-emperador-constantino-invento-el-cristianismo-en-el-ano-303-1/


El país que insistimos desconocer: La escuela dominicana de las supersticiones (1)

May 5, 2020

Juan Miguel Pérez  | 28 de abril de 2020[1]

 

“Hay un cúmulo de verdades esenciales que caben en el ala de un colibrí, y son, sin embargo, la clave de la paz pública, la elevación espiritual, y la grandeza patria”. José Martí

 Las redes sociales en tiempos de Covid-19 se han convertido en una extraordinario mirador (por ser, tal vez, el único campo hábil de trabajo empírico) para el antropólogo que busca indagar qué y cómo piensan las clases dominantes el país en el que viven. Los privilegios, y los privilegiados como tal, portan en sí una cierta moral que sostiene la acción de su ostentación. Vestir Armani o unos Jordans (para las clases subalternas) es una elección moral (valor que se le asigna a una práctica social), es decir, un acto de afirmación personal que va más allá de su función utilitaria. Toda posición social dominante siempre necesitará de una moral dominante que justifique la superioridad de su estatus por encima de todos los otros.

Esta es la condición sinequanon para el reconocimiento social de una jerarquía, y para la obediencia espontánea de la gente a esa jerarquía. Es así que se fabrica la norma: primero estableciendo los confines de la anormalidad antes que los de la norma misma. Así como la salud se define filosóficament como la ausencia de enfermedad (Canguilhem le llama el silencio de los órganos), lo ordinario solo lo define lo extraordinario. Lapandemia ha venido a ser ese estado de excepción que nos ha revelado el infraordinario dominicano que antes pasaba como unas especies de memorias del subsuelo, ignorado, inadvertido, tan familiar para quienes los padecen, que el resto de la población, los de arriba, solo lo imaginaba.

Lo único es que ese revelado actual funciona fundamentalmente para las clases dominantes, porque las clases dominadas no solo vivían en estas calamidades que los privilegiados han hoy “descubierto”, sino que era también su princpal entretenimiento, porque era el evento intrépido en el medio de sus rutinas de reproducción social marginal y, como en el Godot de Beckett, de prácticamente muerte social por ausencia de novedad. La “buena” moral de los privilegiados hoy necesita resaltar la “mala” moral hoy de los de abajo, para ubicar (y dejarnos ubicados) en su supuesta superioridad.

La noticia de un señor con una cruz a cuesta, que causó sensación en su trayecto a Puerto Plata con un mensaje de redención de la crisis sanitaria que nos azota, se convirtió a su vez en un evento que significó ira en las clases dirigentes, comenzando por sus sectores más críticos

 

En estos días de confinamiento, la atención está concentrada en los “escándalos” que trae el cotidiano: cleren, atropellos policiales, gente conglomerada en horario de toque de queda, el preregrino de Puerto Plata. Los videos de estos eventos ya no son mero divertimento de las clases populares. En un extraño e inédito movimiento, ahora estos tipos de escándalos son ahora una especie de Ritmo Social, esa versión premium del voyerismo de opulencia, que hoy, desde arriba, se reorienta ala crónica roja (policial) sobre las irreverencias de los de abajo a la tradición, con el mismo rango que lo hacía en su tiempo la revista Suceso (hoy desaparecida), que en sus tiempos proyectaba la sociedad dominicana parte atrás. Mientrasque la crónica rosa se encargaba de la parte “presentable” de la nación dominicana. Ahora le ha tocado a la pobreza y sus formas de expresión, ser la protagonistas de nuestros días. Rompiendo con la rutina, estas manifestaciones de miseria social le mueven el piso a las clases dominantes, incluyendo a sectores progresistas, que aunque bien intencionados, también portan -ignorándolo muchas veces- el inconsciente de clase propio de las clases que han vivido siempre servidas, y desconociendo por lo general lo que viven (y cómo lo viven) quienes les sirven.

Con esta primera entrega sobre el cultivo de supersticiones en temporada de coronavirus, iniciamos una serie de crónicas sociológicas sobre la actualidad de República Dominicana, con especial énfasis en la crítica social al juicio que desde arriba se tiene sobre los de de abajo en nuestra sociedad. 

La Escuela dominicana de las superticiones

Imagen cortesía de El Nuevo Diario.com.do

La noticia de un señor con una cruz a cuesta, que causó sensación en su trayecto a Puerto Plata con un mensaje de redención de la crisis sanitaria que nos azota, se convirtió a su vez en un evento que significó ira en las clases dirigentes, comenzando por sus sectores más críticos. Fue usual leer ayer las expresiones de enojo, indignación (en una mayoría de casos con justa razón) y desdén ante el evento, sus participantes, y las autoridades, públicas y privadas, que de alguna manera u otra auspiciaron la actividad. Una de las manifestaciones más común es escuchar decir que la popularidad de ese tipo de actividades donde se promueve actos y dogmas de fe por encima y en contradicción de lo que la ciencia instruye para frenar la pandemia, se debe al precario grado de la educación dominicana. Y tienen razón: la educación del dominicano, esa extroversión de actos ejercida por la gente desde sus recursos intelectuales, psico-afectivas y sociales, se encuentra hoy en estadios practicamente de indigencia institucional, pero, y aquí lo crucial: a la misma altura que la calamidad económica y política que la ha construido. Parecieran vasos comunicantes que contribuyen a la reproducción de una y otra. La economía somete a la política, la política a la educación, la educación a la economía, y la educación a la política, y así. Ante ese estado calamitoso de la cultura dominicana, de lo que se menciona poco es de cuál escuela proviene esa crisis de la educación dominicana.

La calidad de la escuela pública no suele ser una isla aparte de la vida nacional y de la calidad del liderazgo de un país. Contrario a los que muchos creen, las escuelas no cambian a las sociedades. Por el contrario, son las sociedades con liderazgos distintos, las que pueden cambiar la escuela. La escuela fue creada para enseñarle a los que van creciendo la sociedad como es, y no como debería ser. En primer lugar, la escuela es dirigida por docentes, hijas e hijas de esas mismas calamidades que suponemos la escuela cambiaría. El magisterio hace lo que puede, y es difícil dar más allá a lo que no se tuvo en sus años de formación, y que la sociedad no te exige cambiar (ni te motiva ni te enseña a cómo hacerlo). Esencialmente, lo que se recibe en la escuela hoy es mera instrucción (seguir reglas), no discernimiento (pensar por qué seguir o no esas reglas). Por eso la escuela es tan poco subversiva y trasformadorade lo existente, a pesar de ser eso existente inaguantable desde el punto de vista moral (la desiguald abismal entre los dominicanos, por ejemplo). De igual manera, si la escuela dispusiera de todas las condiciones de una buena y verdadera educación (racionalista y moralmente proclive al bien común democrático), también tendría que enfrentarse a un enemigo todavía más fuerte: las leyes de sobrevivencia de la calle, a la cual se sometería toda persona que buscando un trabajo o cualquier otra oportunidad de vida, independientemente de su formación, tiene que acatar esas leyes si quiere sobrevivir (las del tigueraje, por ejemplo), sobre todo en poblaciones más humildes, dependientes en grado mayor de instancias superiores para obtener sus sustentos. Lo que vivimos ayer en Puerto Plata es atribuible en primer lugar al grado de desesperanza de la gente, que busca en cualquier superstición o creencia, alternativas a la que la vida le dice de forma concreta que obtendría o no.

Antropológicamente, se cree en trascendencias cuando no existen formas materiales de domesticar la imprevisibilidad o angustia de un futuro incierto o de un presente carcelero. Y si a eso le sumamos la complicidad de ciertas instancias políticas y religiosas en alentar esas ficciones, porque dicen que el rito hace a la institución, imagínense el resultado. Les habla un educador universitario que cree y le dedica su vida al magisterio (al menos 40 horas semanales con muchachos de orígenes muy humildes), pero que también conoce los límites de su acción y los de la escuela, frente a una realidad social mayor y la mayoría de veces contradictoria con el currículo intencional escolar.

Ciertamente, existen múltiples ejemplos de excepción de instituciones escolares que hicieron la diferencia para un grupo, o para unos casos minoritarios de estudiantes. Pero esos resultados airosos se explican por sus insumos de entrada: tanto su dirección, sus estudiantes y familias, poseyeron o poseen condiciones de base que no son las mismas que están contenidas en la generalidad de escuelas públicas de hoy. En primer lugar, existen distintos criterios políticos, por ejemplo, y pareciera paradójico, en mi experiencia docente, mis estudiantes con más conciencia sobre la pobreza suelen provenir de escuelas dirigidas por religiosas. Otros casos de excepcion encontraron formas pedagógicas también de excepción, en la que muchachos y muchachos pudieron beneficiar de profesores que hacían la diferencia. Difícil que se incorpore eso que los sociólogos llamamos un capital cultural, económico e incluso político, al estudiante. Usualmente, lo que sucede es que esos capitales se transforman en saberes de familia en saberes escolares, pero en rarísimos casos se construyen del todo en la escuela, teniendo aquellas personas que lo poseen en dotaciones precarias, mucha dificultad en instituirlo en sus lenguajes (comenzando por la pronunciación, por ejemplo).

Esos patrimonios intangibles son la mochila invisible que llevan los estudiantes a la escuela, y que es decisiva a la hora del desempeño en la escuela. Ese desline entre la cultura escolar oficial y la cultura oficiosa practicada por la gente es lo que mella el interés y el rigor de estudiantes y educadores en el proyecto curricular vigente. El cambio cultural puede producirse en esa familia que tenga direcciones que sientan para dónde se va yendo a la escuela, colaborando así en el proyecto de cambio (en la casa, los padres en las tareas, en los comportamientos, etc.). Pero si la escuela va por un camino, y la familia, el vecindario, esa pequeña sociedad que acompaña al niño, niña y adolescente van por otro, muy, pero muy difícil se produzca el cambio. La sociología de la educación y la cultura ha documentado eso teórica y empíricamente lo suficiente, al punto de ser hoy consenso en la comunidad académica desde hace décadas. Y los parámetros de lo que llamamos reproducción social, así lo confirman en las estadísticas. Claro, no desistimos del uso de la escuela como motor de lo que tenemos. Pero eso tiene que tener primero las condiciones sociales y políticas (institucionales) de intención: para dónde es que queremos ir, y mostrar el ejemplo de eso, como forma de legitimar en el cuerpo social, ese cambio cultural al que apostaríamos o visualizaríamos.

Faltaría, como decía Hostos, «formar un ejercito de maestros, que en toda la República militara contra la ignorancia, la superstición, el cretinismo, la barbarie». Pero la verdadera escuela de las supersticiones de la sociedad dominicana no proviene de sus aulas, sino de la pobre respuesta democrática de las instituciones oficiales y de las clases dominantes, tan distante del interés general, como de la miseria general que sus artes han fabricado como sociedad y Estado al pueblo dominicano que las padece. José Martí escribió en 1884 un texto extraordinario, que por cierto dedicó a la República Dominicana: Maestros ambulantes, en donde el poeta y revolucionario cubano proponía un sistema educativo que saliera de las escuelas y que se hiciera Estado docente, dialogante, educador. Sus maestros no estarían restringidos a aulas, sino que serían maestros misioneros que “abrieran una campaña de ciencia y ternura”, y que cabalgara por ciudadaes y campos, para remediar la ignorancia, sustituyendo así todo conocimiento indirecto y estéril por el “conocimiento directo y fecundo de la naturaleza”.Yo le agregaría a esa naturaleza, lo “social” de una República auténticamente democrática y basada en esa aspiración al mejoramiento permanente, y que por vías racionales construya entre todos un destino común de paz verdadera.

 

[1] Publicado originalmente en: https://acento.com.do/2020/opinion/8811037-el-pais-que-insistimos-desconocer-la-escuela-dominicana-de-las-supersticiones-1/


Puerto Plata: víctima de la religiosidad popular

May 5, 2020

José Miguel Gómez

Publicado el: 4 mayo, 2020[1]

 

La cultura se deja expresar de diferentes maneras, ya sea en el trabajo, la socialización, la música, la comida, la vestimenta, los valores, la religión, los hábitos, la conducta y el comportamiento social. Pero, donde más se apoya y se sostiene el aprendizaje cultural, es a través del sistema de creencias: que son verdades absolutas, asumidas y reforzadas, aprendidas de generación en generación, sin tener una explicación científica, ni social, ni objetiva, ni lógica y mucho menos mediable, más bien, son creencias absurdas, limitadas que se defienden a través de mitos, tabúes, prejuicios, símbolos, miedos, manipulaciones, influencias, dominación, posiciones y controles de las personas.
Para el colectivo responder a un llamado de salvación de un peregrino debe vivir una condición de miedo, temor, angustia, desesperanza, impotencia y desconfianza, frente a una crisis como es el covid-19. “El peregrino es un elegido que se cree poseído o señalado por fuerzas divinas, Dios, que lo guía, le habla, lo conduce hacia la sanación o cura de personas, sociedades o naciones”.
Desde allí, el peregrino asume el poder, la grandeza, el predestinado, lo mágico-religioso, y lo conecta con lo simbólico: la cruz, el madero, el mesías y el sacrificio; Es decir, el peregrino funciona con un estado de ánimo congruente con sus pensamientos: “Dios me hablo, me dijo coge una cruz, camina hasta el mar, para sanar a las personas del coronavirus”.
Es decir, él cumple una orden, un mandato, producto de una fuerza divina, expresada desde la creencia mágico religiosa popular, de la cultura y del aprendizaje de la comunidad donde se han criado; Pero también, así lo sentía el policía, el chofer del 911, los motoristas, el alcalde, los que iban sumándose en cada parada de la cruz de madera: “Corran nos van a sacar de la pandemia”, “el peregrino dice que Dios le habló”, “Vengan, corran, vamos al mar, “todos serán curados decía en peregrino” y las personas así le seguían.
Más que ignorancia, es un aprendizaje mágico religioso, que cuando no tengo respuesta de la ciencia, se busca el remedio en los símbolos, en lo que trasciende al hombre. Es desde esa participación aprendida y reforzada que se legitima el peregrino, el hechicero, el brujo, el charlatán, el enfermo y el histérico.
Frente a una pandemia que tiene contagios comunitarios y muertes en Puerto Plata, el peregrinaje buscando la salvación y cura del coronavirus, fue un comportamiento de alto riesgo psicosocial, comunitario y sanitario que contagia a más personas, que impacta al sistema de salud, a la población y la economía de la región.
Diríamos que vivían la cuarentena, tenían información de la pandemia, del distanciamiento social y medidas de higiene, pero vivían el temor, el miedo, la impotencia y la necesidad existencial de no morir por el covid-19; El peregrino movió esa necesidad vital, catalizó el miedo, y controló desde la religiosidad popular la sanación colectiva: allí, el peregrino tocaba a las personas, las abrazaba, les hablaba de cerca y las guió al mar, a la iglesia, con una cruz de madera y la bandera dominicana, y sintiéndose“ el elegido por un Dios que le habló, le ordenó y lo escogió para llevar salvación y cura de la pandemia”.
Fue un acto de irresponsabilidad, de riesgo y de la expresión de un sincretismo cultural, mágico religioso, propio de la cultura de creencias en la fuerza de lo simbólico. Por eso, ningún militante comunitario político-social, ni militar, ni hombres, ni mujeres pudo dudar, detenerse, pensar, o controlar sus creencias, su fe, su dolor o frustración y miedo; quedando influenciada durante horas por el peregrino a través de un comportamiento social de religiosidad popular y de creencias sostenidas por años.

 

[1] Publicado originalmente en:

https://hoy.com.do/puerto-plata-victima-de-la-religiosidad-popular/


Peregrino. Misticismo, política y pandemia

May 5, 2020

 

Carlos Andújar Persinal  | 4 de mayo de 2020[1]

 

Al cierre de estos escritos seriados sobre la pandemia del covi 19, apareció un fenómeno no tan distante de estas coyunturas de crisis emocional y vacíos existenciales que acompañan estos fenómenos sea de naturaleza bélicos, de depresiones económicas, catástrofes naturales o epidemiológicas, y el tema sagrado casi siempre de la mano del mesianismo profético o el culto milenarista y de anunciaciones apocalípticas.

Esta vez el fenómeno místico lo encabezó el peregrino Mildonio Adames, de Villa Altagracia, pero cuya nombradía y estrellato se produce en su descenso a la ciudad de Puerto Plata el pasado domingo 26 de abril, en un desbordante recibimiento que me inquietó de inmediato saber la capacidad de convocatoria delpersonaje místico y su liderazgo sagrado.

En todo caso nos interesa situar el contexto y la naturaleza donde se producen estos fenómenos socio religiosos como los sucedidos los días de la pasada semana que culminaron con dicha visita a Puerto Plata del señor Mildonio Adames. Lo primero es situar estos fenómenos socio religiosos en contextos complejos en los que suelen aparecer, y que podrían tener varias aristas.

Por un lado, es necesario determinar si elperegrino es un solitario que pregona la palabra el Señor o si terminaría creando un movimiento socio religioso más allá de su peregrinar. Eso podría entonces situarlo en este tipo de organizaciones que aparecen en el marco de profundas crisis sociales producidas por fenómenos como las guerras y depresiones económicas pronunciadas, epidemias o pandemias y graves y fuertes fenómenos naturales que terminan cicatrizando a los pueblos en lo económico, lo social, lo emocional y la salud.

..es importante conectar el acontecimiento con el momento político que vive elpaís de lo cual tampoco está separado, pues hubo manejo de prensa y una manipulación muy evidente.

 

El liborismo de San Juan de la Maguana (segunda década del siglo XX), es un equivalente de estos movimientos socio religiosos que van más allá de la naturalezamística que los inspira y se mezclan con otras razones coyunturales de naturaleza política, cultural, económica o de salud como este caso en particular. El liborismo se reiteró con el movimiento de Palma Sola de 1962 que terminó enfrentado al Estado Dominicano. En ambos casos el vacío existencial fue notorio, en 1916 teníamos una ocupación extranjera y un proceso de empobrecimiento rural marcado por la expropiación de la tierra por los grandes capitales, mientras que enel 1962 vivíamos la transición democrática con el tiranicidio de 1961 y un cambio político con las elecciones del 20 de diciembre de 1962. Estosprocesos producen en lospueblos angustias, desesperanza e incertidumbre que son canalizados por esos movimientos y sus líderes.

En el caso actual es obvio que estamos en medio de una pandemia de consecuenciasimpredecibles y dentro de una crisis políticaque augura uncambiode un modelo de 20 años de gobierno. Por tanto, es caldo de cultivo para que surjan movimientos y liderazgos mesiánicos de esa naturaleza.

No obstante, el caso del peregrino tiene la dificultad que no es un liderato organizado en un lugar, con una litúrgica y una práctica sistemática que pueda corresponder conestos tipos de movimientos y sin seguidores organizados en un culto. Más bien meparece disperso superfil místico, se autodenomina el Enviado, Anunciado, profeta, pero no logra centralizar su papel en este momento que permita encasillarlo dentro de un marco místico específico.

Por tanto, es de rigor darle seguimiento al personaje porque por otro lado el contexto de su aparición y la manipulación política que se produjo,conducen a introducir la variable política como parte del análisis del momento, que tampoco debe ser coyuntural, pues ya él predijo el fin de la pandemia y otras profecías menores que pondrían en juego su poder místico. Si no se cumplen las anunciadas profecías del fin de la pandemia, queda desvalorizado su poder místico y su propia proyección y liderazgo, y por el otro lado, es importante conectar el acontecimiento con el momento político que vive elpaís de lo cual tampoco está separado, pues hubo manejo de prensa y una manipulación muy evidente.

Sin embargo, otras cosas me interesan además de esa última, como por ejemplo¿por qué Puerto Plata?¿quién arrastró tanta gente?,ya que había pasado por Santiago sin pena ni gloria, como por otras comunidades que tampoco impactó. No obstante, se produjeron tres validaciones sociales que posiblemente sobredimensionaron al personaje.

Una fue el acompañamiento cómplice de estructuras y órganos del Estado en franca violación de las disposiciones constitucionales emanadas por el poder ejecutivo, como cuarentena y toque de queda; por otro lado me interesa entender elpapel contradictorio de la iglesia católica que validó con un recibiendo santificado al peregrino y algunos de su jefes católicos mostraron incongruencias, y finalmente, el poder municipal de Puerto Plata e Imbert, de las dos principales fuerzas políticas,  se envolvió en un populismo innecesario (al menos que no haya tenido manejos  intencionales), dándole también aprobación a la actividad que terminó desbordando los parámetros de la prudencia pública, ante un cuadro pandémico como el que vivimos hoy.

En todo caso, esperaré el curso de los acontecimientos en el devenir inmediato a saber si es el peregrino Mildonio, portador de tradiciones de la religiosidad popular, con ciertos dones o un fariseo prisionero del poder, la usurpación de roles místicos e instrumento del más absurdo hecho político, para cambiar el curso de la historia.

 

[1] Publicado originalmente en: https://acento.com.do/2020/opinion/8812905-peregrino-misticismo-politica-y-pandemia-6/


EL PEREGRINO TRADUCE

May 5, 2020

 

Publicado el: 4 mayo, 2020

Por: Ubi Rivas[1]

 

El petit drama de ópera bufa del Peregrino que ingresó a Puerto Plata y captó apreciable concurrencia en tiempos de distanciamiento de Covid l9, significa conforme deduzco, una chicana oficial y a su vez, traduce la neurosis de inexorable derrota.

Recuerda otro drama, esta vez sangriento, que orquestó el Consejo de Estado presidido por Rafael Bonnelly en el paraje Palma Sola, SJM, el 28-l2-l962, donde militares asesinaron decenas de campesinos seguidores supercheros de Liborio, con fines aviesos de impedir juramentación de Juan Bosch pautada al 27 de febrero siguiente.

Pereció misteriosamente asesinado el general ERD Miguel Rodríguez Reyes, futuro ministro FFAA de Bosch.

El caso de Puerto Platadenota una odiosa actitud del oficialismo juzgarsíndrome de dawn a sus gobernados con la patraña de un estúpido que marcha desde Villa Altagracia hasta Puerto Plata, desplazándose en horas toque de queda, ocultamente haciendo política, como El Penco en helicóptero, sin que la autoridad proceda en ambos casos.

En Palma Sola, como El Peregrino, en el primer caso, Bosch había propinado una pela electoral a Unión Cívica, esquirol de la oligarquía y su soporte Iglesia Católica en las elecciones del 20-l2-62, siendo Palma Sola el primer estertor en derrocarlo, antes de jurar la Presidencia, culminando el 25-09-l963.

El caso del Peregrino ocultaba un nefando ardid de minimizar el triunfo electoral del PRM y Luis Abinader que planeaba visitar La Novia del Atlántico y reducirle cancha popular, que traduce como un imbécil viola el toque de queda sin detenerlo las autoridades.

El oficialismo que arracima el repudiado PLD no duerme concibiendo diabluras con fines de alterar el resultado electoral de julio cinco, y es por esas maquinaciones abyectas que sugerí a priori efectuar elecciones en mayo l7, como hizo reciente Corea del Sur.

 

[1] Publicado originalmente en: https://hoy.com.do/el-peregrino-traduce/


¿Y si nos dejamos de tantas «misas virtuales» y volvemos a los orígenes?

May 5, 2020

 

Neftalí Eugenia Castillo  | 5 de mayo de 2020[1]

 

Eduardo de la Serna es un sacerdote católico argentino, doctor en Biblia y autor de numerosos libros. Primo lejano del Che Guevara, siempre ha estado vinculado a los movimientos populares y es miembro de “Grupos de Curas en Opción por los Pobres”. Le conocí en Colombia, cuando fue mi profesor de exégesis bíblica en mis años de teología en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.

Hago esta breve presentación porque en estos días he leído un artículo suyo que me ha inspirado a escribir estas líneas. Mi profesor hablaba de volver a los orígenes de la eucaristía, donde no existía ningún tipo de jerarquía, sino que los pequeños grupos de cristianos se reunían con alegría en sus casas a compartir el pan, como nos dice el autor de los Hechos de los Apóstoles.

La eucaristía no es otra cosa que la fracción del pan “alguien lo parte y lo comparte, alguien bendice, es decir, en nombre de Dios, dice bien”. Pero en este tiempo de confinamiento por el Covid-19 los laicos se han quedado sin misa porque no pueden celebrar sin curas; pero los curas pueden celebrar sin laicos…entonces hay algo que anda mal, dice Eduardo de la Serna. Lo ideal es que todos celebremos la eucaristía, todos como pueblo de Dios, sacerdotes, obispos, religiosas, diáconos, laicos, lectores, etc. Cada uno con un rol, pero ninguno superior a los demás.

Por eso la invitación es volver a los orígenes y celebrar la fracción del pan, la eucaristía, en nuestra pequeña iglesia doméstica que es la familia. Por supuesto no será todo lo que la liturgia y el dogma católico dice que es la eucaristía, pero en definitiva será una acción de gracias, más cerca de lo que celebraban los primeros cristianos.

Al menos los domingos, día del Señor, que las familias se reúna en torno a la mesa, con gestos sencillos, pero llenos de fe. Que alguien, tal vez el más pequeño de la familia, tome el pan y le de gracias a Dios con sus propias palabras. Que otro, a lo mejor el mayor de la familia, tome el vino y lo comparta también pronunciando la bendición. Que lean el evangelio y que de ahí salga una disposición que tenga que ver con el amor y el servicio. Seguramente quienes lo hagan se sentirán más unidos a Cristo que siguiendo una misa por televisión o radio donde no se participa, simplemente son expectadores.

Si alguno se escandaliza y se agita con la idea de celebrar la misa en casa y sin cura, como pueblo de Dios, sin el boato de las catedrales y sin las ornamentaciones que la deforman y distraen; le recuerdo que así fue que Jesús celebró con sus amigos la última cena. Una fiesta de todos y no de unos cuantos que se creen perfectos, como se ha dicho, es comida para los pecadores, no un premio para los santos.

Mi profesor, cuando entrábamos al tema de la eucaristía, contaba este chiste: que en la última cena estaba Jesús con los suyos. Recostado sobre almohadones, mojando el pan en la salsa, tomando con la mano el cordero y, en eso, Pedro se dirige al Discípulo amado y le dice: – “dile al Maestro que tenga cuidado, que si en el Vaticano se llegan a enterar cómo celebramos nos van a sancionar a todos”.

La jerarquía eclesiástica debería aprovechar este momento y devolverle al pueblo de Dios esa misa parecida al encuentro de amigos y dejar que el COVID-19 se lleve esa celebración solemne, fría, casi imperial, que nada tiene que ver con la última cena de Jesús y los suyos.

Ojalá que después de este inopinado encierro no volvamos a la “normalidad”, como tanto se añora, sino a algo mejor. A una iglesia más laical, donde los fieles comprendan que forman parte de un pueblo sacerdotal (1 Pedro 2:9). A una iglesia más doméstica, como nos dice el autor de los Hechos de los Apóstoles que era. Que la casa vuelva a ser “corazón de la fe”, una iglesia más austera y evangélica.

 

[1] Publicado originalmente en: https://acento.com.do/2020/opinion/8813095-y-si-nos-dejamos-de-tantas-misas-virtuales-y-volvemos-a-los-origenes/